Camino a la perdición


“Camino a la perdición”


Por Jorge Zavaleta Balarezo


“Camino a la perdición”es el segundo largo del británico Sam Mendes, cuyos orígenes se remontan a la escena teatral, y que dirigió, con buena fortuna la ganadora del Oscar “Belleza americana”. En ella, Mendes nos presentaba a una familia promedio de la trivializada sociedad de consumo de EE UU, con sus filias y sus fobias, sus encuentros y desencuentros.

Ahora, más bien, el cineasta cambia el registro y se traslada a la década de los 30, siempre en Norteamérica, época de gángsters, mafia, prohibición y la histórica Depresión. Es en este ambiente donde conocemos a Michael Sullivan (Tom Hanks), un sicario de la mafia que le debe su crianza, y por ello le sirve a ese especie de “don” irlandés que representa John Rooney (Paul Newman, en la etapa invernal de su carrera).





Pero el relato se concentrará en la relación padre-hijo entre Sullivan  y el Michael de doce años (Tyler Hoechlin). Este, por curiosidad pero sin quererlo demasiado asiste como testigo a uno de esos trabajos deleznables de su padre donde sin embargo Sullivan tiene más bien un rol pasivo. El culpable es el hijo pelele de Rooney, quien al darse cuenta de que hay un testigo mata al resto de la familia de Sullivan (su esposa y su hijo menor). Es cuando Sullivan y el casi adolecente Michael inician el “Camino a la perdición”.

En ese recorrido, la película casi se acerca a ser una “road movie”, rara para los tiempos en que se desarrolla. Hay que señalar, por otra parte, los grandes logros del filme: exquisita fotografía, diseño de producción y partituras musicales. Asimismo las actuaciones están de lo mejor, Hanks mucho más contenido que en ocasiones anteriores, además que el papel lo exige; Paul Newman aporta ese clacisismo propio del Hollywood legendario. Y Jude Law (“Inteligencia artificial”, “El talentoso señor Ripley”) hace un rol fuera de serie como el asesino a sueldo que persigue a Sullivan para quitarle la vida y que encuentra su satisfacción personal en fotografiar cadáveres. También hay que mencionar a ese gran actor que es Stanley Tucci, de breves apariciones, y que interpreta a Frank Nitty, aquél mafioso que era un personaje recurrente en la recordada  serie de tv “Los intocables”, en los años 60.


Habría que decir, que si bien el final de “Camino a la perdición” es moralista y típicamente norteamericano -en realidad toda la película lo es-,  el trabajo de Sam Mendes se hace por momentos excepcional, narrado enteramente desde el punto de vista del Michael Sullivan hijo y con escenas tan llenas de potencia y energía como esa recreación del Chicago de los años 30. No sería extraño, que, con el paso de los años, esta película se convierta en uno de esos clásicos del cine contemporáneo “Made in USA”.

Comentarios

  1. Que tu pasion por el cine ilumine tus pasos. Como soñamos tu madre, tu hermana y yo. No habra distancias para seguir compartiendo la sala pública o privada. Cine o sardinas...

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