El maestro De Palma



Por Jorge Zavaleta Balarezo


Para hablar de Brian de Palma, uno de los cineastas más cerebrales del cine norteamericano contemporáneo, hay que tener presente tanto su condición permanente en el “mainstream”, hace más de 40 años, al igual que la estima de la crítica especializada que lo considera “digno heredero de Hitchcock”, es decir, también un “mago del suspenso”.

De Palma  (New Jersey, 1941) conforma, con Spielberg, George Lucas y Michael Cimino, una generación de talentos definitivos, autores de filmes que le cambiarían la cara al cine “Made in USA” a partir de las década de 1970. Poco antes de ellos, Woody Allen, Coppola y Scorsese inician también su carrera configurando, entre todos, un rico universo creativo y artístico.

Desde sus inicios, Brian de Palma demuestra solvencia y seguridad en la narración. De su primera etapa proviene la maestra “El fantasma del paraíso” que, ineludiblemente, centra su atención en el “Fausto” de Goethe, y en “El fantasma de la ópera”, cuyo mayor referente es la película silente con Lon Chaney. Así, vemos una obra singularmente expresiva y capciosamente humana. “Las siamesas diabólicas”, con Margot Kidder (la Luisa Lane del antiguo “Superman”), es un filme llamativo que, más que mostrarlo, sugiere el horror.



Y es en ese campo, el del terror, pero básicamente el del “suspense”, en el cual De Palma se ha movido con suma comodidad hasta llegar a “Mujer fatal”, otra vuelta de tuerca al ya mítico tema de la fémina tentadora y traicionera, en este caso, encarnada por la atractiva modelo Rebecca Romijn Stamos. Antes, “Misión a Marte”, la espléndida “Ojos de serpiente” -que comenzaba con un espectacular plano-secuencia siguiendo a Nicolas Cage por todo lado- y “Misión imposible”, realizada por encargo, demostraron que la capacidad creativa de este autor alternaba muy bien entre la industria que acumula millones y el “saber hacer” creativo.

Es en los años 80 cuando el autor de las singulares “Obsesión”, “Furia”, “Demente” y “Los intocables”, ésta última en base a la famosa serie de televisión, logra sus mayores éxitos, los cuales se multiplican en una trilogía antológica: “Doble de cuerpo”, con una juvenil y aún poco corpórea Melanie Griffith; “El sonido de la muerte”, que reunió a la ex esposa del director, la delgada Nancy Allen con John Travolta; y “Vestida para matar”, inevitable relectura de “Psicosis” y otros clásicos hitchcockianos. Ellos resultan logros generosos y dignos de los mejores estudios críticos.

De Palma, como pocos, en estos filmes y aun en otros (la genial “Carrie”,  “Atrapado por su pasado”), capta la esencia madura del “suspense” y se encarga de perturbar la mente del espectador curioso, morboso, diríamos además, ávido de emociones, y, por encima de ello, un “voyeur” total. Pero, para el cineasta, no se trata sólo de brindar entretenimiento,  todo esto para él es, en esencia, un “proceso”, un largo camino cuyas mejores muestras son, cómo no, las escenas más climáticas y definitorias, visualmente concluyentes, intencionales.

Así, quien desde joven ha cultivado un correcto y enaltecedor “sentido del cine” -para usar el término de Eisenstein- progresivamente demuestra y se muestra a sí mismo que el llamado “arte de las imágenes animadas” no es sólo una maravilla virtual  y tecnológica sino, sobre todo, un poderoso vehículo para generar y trasmitir las más inequívocas pulsiones.

Y de eso se trata. Si Brian de Palma logra crear en “Vestida para matar” o en su mítica “Obsesión”, relectura de la clásica “Vértigo”, crear la confusión, establecer una dualidad y, por ultimo, la duda, pues le agradecemos, sólo de esa manera alcanzará en dichos filmes la vía más correcta para convertirlos en obras redondas, casi perfectas. Su espectacular filme “Caracortada”, una contemporánea versión del  clásico de Howard Hawks, protagonizada por Al Pacino, sigue siendo una de  sus obras más recordadas.

Hay expresiones de diverso tono, en general, en las películas de De Palma, pero prima una singular atracción por la acción a partir de resolver enigmas. En ese sentido, pues, estamos ante un formalista al estilo de Hitchcock, quien se preocupaba de contar bien una historia en imágenes. Simplemente como suena. De allí que Brian de Palma sea considerado su mejor heredero, uno de los mejores directores del cine norteamericano de los años 80s y 90s.  Realizó “La dalia negra”, estelarizada entre otros por ese encanto de mujer que es Scarlett Johansson, y después “Redacted” y “Passion” que son inferiores en el conjunto de su obra.

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