Blade Runner 2049


Blade Runner 2049: atisbos del futuro

Por Jorge Zavaleta Balarezo

En 1982, Ridley Scott dirigió “Blade Runner”, una película de ciencia ficción basada en una novela de Philip K. Dick, ambientada en Los Angeles en 2019. La trama presentaba a Rick Deckard, un detective (Harrison Ford), encargado de cazar replicantes que se habían evadido de una colonia ajena a la tierra. Los replicantes eran una suerte de androides fabricados a imagen y semejanza de los humanos por una corporación.

El film de Scott destacaba no solo por su trama y originalidad sino por sus efectos especiales y su esplendor visual, elementos a los que se sumaba la notable música de Vangelis. Con el paso de los años, esta cinta se convertiría en una “cult movie”, un referente no solo del cine de ciencia ficción sino un motivo cultural, que motivaría estudios en otros campos y disciplinas, a partir del tema del futuro que planteaba. Guillermo Cabrera Infante, el célebre escritor cubano y consumado crítico de  cine consideraba a Rick Deckard un Philip Marlowe del mañana en esa megalópolis colmada de avisos luminosos y con imágenes, naves que surcaban el cielo de la ciudad y,  por oposición, los espacios cerrados y a contraluz como el departamento de Deckard que simulaban más bien lugares silenciosos y opresivos.


Años más tarde, Ridley Scott -que es autor también de otra gran obra de ciencia ficción, “Alien, el octavo pasajero”, y de películas muy logradas como “Los duelistas” y “Thelma y Louise” aunque el resto de su filmografía sea menor- reeditó “Blade Runner” y alteró la historia, eliminando escenas y cambiando el final. En nuestra opinión los instantes finales de la versión original eran mejores pues planteaban una idea romántica entre la unión de Rick Deckard y Rachael (la hermosa Sean Young), la única replicante que quedaba con vida.

Desde que comenzaron a realizarse secuelas en Hollywood, no se esperaba mucho tiempo entre una y otra parte. La más exitosa fue la de “El padrino”, que ampliaba la historia original para narrar los orígenes de Vito Corleone. Ahora llega “Blade Runner 2049”, Ridley Scott toma el rol de productor, y la dirección está a cargo  del canadiense  Denis Villeneuve quien ya experimentó con la ciencia ficción en “La llegada”. Ahora el detective es K (Ryan Gosling) en un futuro aséptico, turbio, colmado de misterio e intriga, en el cual Los Angeles se mantiene como escenario pero ahora es un paisaje borroso, gris, apenas iluminado por uno o dos avisos que invitan a la complacencia sexual.

Es un mundo en el que el futuro parece ser un lugar en el vacío, donde han ido a parar los desechos de la civilización y los replicantes ahora ya no son rebeldes sino que han poblado el planeta. Entonces, además de una misión concreta, K va en busca de sus orígenes, a averiguar quiénes fueron sus padres. Se activa entonces el mecanismo de la memoria y los sueños, en clara alusión borgiana pero también se representan situaciones como las que prefiguraban Huxley en “Un mundo feliz” u Orwell en “1984”.

Huxley hablaba de cómo el sexo se convertía en una práctica mecánica, robótica y de alguna manera el holograma que representa la compañera de K es sinónimo de ese placer artificial, ficticio, aunque ingenuo. Otra corporación ha tomado ahora el control de la fabricación de replicantes, Jake Gyllenhaal es el propietario de esta y su carácter es el de un ser soberbio, megalómano, para el cual todo hombre tiene un precio.

“Blade Runner 2049” es una película sumamente ambiciosa y de un metraje extenso, un blockbuster atípico, no el común que plantea enfrentamientos entre superhéroes, sino que desciende a honduras filosóficas y formula preguntas sobre la naturaleza del ser, la condición humana, la evolución, y sobre todo ese planteamiento planea insistentemente el tópico de la genética o de la creación de identidades, porque precisamente estamos en un futuro donde ya el hombre ha sido suplantado por androides, por semejantes, por robots, un futuro que parece lejano, extraviado e inalcanzable en esas tomas filtradas de color naranja que nos hacen pensar, también, en Mad Max. El gran trabajo de fotografía se lo debemos a Roger Deakins, habitual de los hermanos Coen.
“Blade Runner 2049” es uno de los mejores estrenos de este año. Posee todos los ingredientes de una gran cinta, una súper producción, con una trama equilibrada, que trae de vuelta, en secuencias muy bien elaboradas a Rick Deckard, y que, final o inevitablemente, enfrenta al bien contra el mal, la eterna batalla que tanto seduce y aplaude a los productos de Hollywood.

  

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