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Mostrando las entradas de junio, 2017

El gran pez

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El fastuoso y complejo imaginario de Tim Burton, definitivamente uno de los más talentosos y creativos cineastas norteamericanos de la actualidad, encuentra un justo balance en “El gran pez”, relato de resonancias míticas, acercamiento a las raíces fellinianas (el mundo del circo y del arte en sí mismo) y la permanente ambivalencia y duplicidad entre “verdad” y “ficción”. Esta vez, a diferencia de filmes anteriores, Burton no sólo cuenta la historia fantástica, como en “La leyenda del jinete sin cabeza”, sino que los narradores se alternan en un “presente”   a partir del cual se evocan los   intensos recuerdos -la vida misma- del personaje central interpretado, ya mayor y moribundo por Albert Finney, y en su juventud por un vivaz Ewan Mc Gregor. ¿Qué es, entonces, aquello que nos deslumbra en esta original propuesta? Sin duda, ese colorido y reiterado, llamativo espectáculo que, en su presentación de personajes -el gigante, el empresario circense que encarna Dann

Eterno Bob Hope

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Ha muerto Bob Hope. El pasado 27 de julio, en su residencia de California, el último suspiro del mítico Bob nos dejó para siempre sin uno de los más grandes comediantes del cine norteamericano. Inglés de nacimiento (Eltham, 1903), justo a los cien años partió el actor de la serie fílmica “Camino a...”, que incluyó siete películas y donde compartió roles con otro grande, Bing Crosby, legendario cantante, y la hermosa Dorothy Lamour, una de las actrices más seductoras de los años 40. Estos “Caminos a...” condujeron al trío a Marruecos, Singapur, Zanzíbar y Utopía, por ejemplo, y eran verdaderas proezas para desternillarse de risa, sobre todo si veíamos a un siempre inquieto e hilarante Bob Hope en situaciones absurdas o que requerían auxilio inmediato. A la par, su fama de “todo terreno” se fue cimentando, pues también gustó del canto y destacó como bailarín. Su participación inicial en la radio lo condujo a Hollywood, donde debutó en “The big broadcast”, en 1938. Bob H

Brando, un rebelde con causa

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   Por Jorge Zavaleta Balarezo En un principio representó a Stanley Kowalski sobre las tablas, a las órdenes de Elia Kazan. Su convincente personaje en “Un tranvía llamado deseo”, la célebre obra de Tennessee Williams, pasó entonces al cine, siempre dirigido por Kazan. Su pareja -la intensa y asfixiada emocionalmente Blanche DuBois- fue la hermosa Vivien Leigh. Los fotogramas más famosos de esta cinta   de 1958 muestran a la pareja en verdadero conflicto: un robusto Marlon Brando en camiseta, en el esplendor de su juventud pero con una ya madura caracterización. Sí, era él. Brando había pasado por el Actor´s Studio de Lee Strasberg, el mismo por donde igualmente transitaron Montgomery Clift, James Dean y la propia Marilyn Monroe. Ese taller de la actuación sigue siendo como un despegue para las leyendas. Allí Brando, a la vez que aprendió un modo de actuar, impulsó el propio. Kazan lo volvería a dirigir en “Nido de ratas”, en la que actúa junto a la bella rubia

Esplendor americano

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Por Jorge Zavaleta Balarezo Inesperado estreno en nuestra cartelera, convertida aún en “tierra de nadie”, “Esplendor americano”, de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, es, sin duda, la mejor película exhibida aquí en lo que va del año. La vida de un estadounidense medio, burócrata y amargado como Harvey Pekar da lugar a este relato que, precisamente en su título, tomado a su vez de la historieta sobre la que gira una y otra vez, ironiza acerca del “american way of life”. Pekar (inigualable Paul Giamatti) no sabe lo que hace en este mundo. Dos matrimonios fracasados no le han sido suficiente y el encuentro con su, por fin, “alma gemela” (Hope Davis) es un shock delirante en la pantalla. Su paso a ser personaje de un cómic inicialmente dibujado por Bob Crumb (el mismo de “El gato Fritz”), su amigo, le otorga fama pero no fortuna. Por ello es que asiste, conflictuado, a conversar con David Letterman, el hazmerreír de los “talk shows” en USA, pero, sobre todo, su felicidad

El ciclo de Bergman

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Por Jorge Zavaleta Balarezo   El célebre Ingmar Bergman, quien falleció en 2007, es, huelga decirlo, autor de obras claves y recurrentes de la cinematografía mundial y su voluntario retiro en la actualidad es producto de esa naturaleza filosófica y “antiestablishment” que ha caracterizado su carrera y su tránsito profesional y existencial por este mundo. Con 40 filmes en su haber, el primero de ellos “Crisis” (1945 ) y director por mucho tiempo del teatro de su natal Suecia, el mejor y más sólido Begman se puede apreciar, sin duda, en “El séptimo sello”, “Las fresas salvajes” y “Fanny y Alexander” sólo para citar algunas de sus películas más relevantes, aunque, bien vale decirlo, todo Bergman es imprescindible . Es el caso de su “Trilogía de la fe” conformada por “Como en un espejo” , “Luz de invierno” y “El silencio”, notables interrogantes acerca de las conductas humanas, llenas de un escepticismo que cuestiona cierto “status quo” y, al mismo tiempo, encie