"Lejos del cielo"
“Lejos
del cielo”
Por Jorge Zavaleta Balarezo
La época en que
se ambienta esta película de Todd Haynes -la posguerra en una Norteamérica
racista y conservadora- y el propio papel de Julianne Moore como Cathy
Whitaker, la protagonista, nos recuerdan el rol que hizo en una de las tres historias en “Las
horas”. La propuesta aquí se amplía en torno a Moore/Withaker y además se
alimenta de otras dos líneas narrativas: tanto el descubrimiento de la
homosexualidad de su esposo Frank (un Dennis Quaid de notable actuación) como
la relación que ella inicia con su jardinero Raymond (el actor afroamericano
Dennis Haysbert).
Haynes ha elegido el
modo más clásico de narrar una historia, e incluso ello se advierte en el
diseño de los créditos iniciales y en ese poco usual “The End” que remite a los
melodramas del periodo más intenso y tradicional de Hollywood. No en vano
percibimos ciertos ecos de “La señora Miniver”, dirigida por el maestro Wylliam
Wyler y ganadora del Oscar en 1942, y, por otra parte, intensas escenas que igualmente
recuerdan las películas de Douglas Sirk.
Es un poco con ese
“background” que Haynes ensaya la proyección de un relato con más de un
conflicto, en el que Cathy se nos presenta como un ama de casa ideal, admirada
por sus amigas, con un hogar burgués en apariencia muy bien constituido, con un
esposo que es ejecutivo de una exitosa marca de televisores, el producto
electrónico más avanzado de la época. El caos irrumpe paulatinamente en la
familia, en la que los dos pequeños hijos son marginados o reprimidos no sin
ligereza -hay que tomar en cuenta este aspecto- si bien sus apariciones
son breves.
Haynes también ha
logrado cohesionar, ayudado por la a veces apoteósica música de Elmer
Bernstein, un filme que, en el caso del vínculo entre la dueña de casa y el
jardinero llama la atención de todo Hartford, la ciudad de Connecticut donde
ocurren los hechos. La relación interracial censurada y “moralmente prohibida”
no llega a mayores pero sí es suficientemente difundida como para provocar la
extrañeza y el disgusto de la población blanca.
La fotografía de Edward
Lachman contribuye con sus colores
tenues a la recreación de fines de los 50, con calles, autos, mobiliarios,
vestuarios, diseños que nos recuerdan un mundo tradicional y, aún así,
demasiado hipócrita. Tanto así que también la homosexualidad de Frank se
pretende “curar” sugiriendo el auxilio de electroshocks. La actuación de
Julianne Moore, cuyo personaje lleva más de una herida por dentro, una ausencia
y una esperanza, es sobresaliente. Si bien creemos que “Lejos del cielo”, cuyo
título alude, ciertamente, a las condiciones y destinos del trío protagónico,
es una película fuera de lo común, nos parece inferior, por ejemplo, a “Velvet
goldmine”, la obra anterior de Todd Haynes,
un testimonio que recreaba la era del “glam” en Inglaterra, lleno de
dinamismo y con un vistoso tratamiento visual. Otras películas de Haynes
-“Safe”, “Poison” o “Superstar”, sobre la vida de la conocida cantante Karen
Carpenter- lo han convertido en un director de quien se espera mucho en cada
nueva entrega.
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